viernes, 7 de octubre de 2011

Oh, my Blu, my sweet Blu.

Es difícil intentar no cruzarme contigo, es difícil no mirarte a la cara y sonreír, es difícil no suspirar cuando pasas a mi lado, y es imposible que no me de la vuelta y mire cómo te alejas con cara de embobada cuando nuestros cuerpos se chocan "por la aglomeración de gente".
Para mí es un sueño, para la inmensa mayoría una pesadilla. No sé por qué en realidad. Es genial, rematadamente perfecto.. bueno, puede que no tanto, pero para mí es espectacular. El alma de la fiesta, la diversión en persona, tontería de cabeza, gilipollez extrema.
Y es que además, ¡es taaaaaan cuquiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!



domingo, 2 de octubre de 2011

Moves like Richards.

¿A quién no le gustaría tener una guitarra eléctrica? De esas de cualquier color, que con tan solo tenerla entre las manos se cree uno una estrella del rock. Rasguear todas las cuerdas a la vez rápidamente, para que se fusionen todos los sonidos, y lo que escuchemos, a nuestro parecer sea ruido. Moverse por todos lados tocándola y cantando fuerte, oseasé, prácticamente gritando. Saltar con ella dándolo todo, correr de un lado para otro, creyéndote que eres Keith Richards subido al escenario en pleno concierto de los Rolling Stones. Volverte loco y hacer gilipolleces, dar vueltas hasta marearte, y al final de dicho concierto, un sprint final, tirárse al suelo de rodillas, medio tumbarte sobre ellas y deleitar a tu público con los últimos acordes que se plasmaron sobre la partitura que te dieron para tocar el primer día. Acto seguido levantarte, a duras penas por la presión de los pantalones ajustados que te han obligado a poner, coger la guitarra por el mástil, levantarla, y estrellarla contra el suelo, destrozándola completamente, dejando al público sin palabras, para que éstos desemboquen por fin en una oleada de aplausos y gritos, los típicos chillidos acogedores a los que tus oídos se acostumbran en unos dos minutos.
Para esa sensación necesito tener una guitarra eléctrica, al fin y al cabo, todo en esta vida acaba destrozado completamente, sin ninguna forma para arreglarlo.